Alicia contra el Reloj


[Alicia] -Disculpe... ¿me podría decir dónde estoy?

[Reloj] -¡Claro! Estás exactamente frente a mí.

[Alicia] -Supongo que es verdad... pero sigo perdida, y voy a llegar tarde a mi casa. ¿Podría decirme la hora?

[Reloj] -¡Ojalá pudiera! Lo que pasa es que estoy muy cansado... ya sabrás lo difícil que es mover el tiempo.

[Alicia] -Bueno, imagino que el tiempo debe ser bastante pesado. Pero yo creía que el tiempo movía las agujas de los relojes, no al revés.

[Reloj] -Pues estás muy equivocada.

[Alicia] -¿Por lo menos puede decirme qué día es hoy?

[Reloj] -Sí... (cuenta con los dedos y se lleva una mano al oído para escuchar) Hoy es el tercer martes de esta semana.

[Alicia, pensativa] -Donde yo vivo hay nada más un martes por semana.

[Reloj] -¡Pero qué egoístas! Aquí casi siempre juntamos los días y las noches; y a veces en invierno tenemos hasta cinco miércoles seguidos, para aprovechar mejor el calor.

[Alicia] -¿Es que cinco miércoles son más calurosos que uno?

[Reloj] -Cinco veces más calurosos, claro.

[Alicia] -¿No podrían ser cinco veces más fríos...?

[Reloj] -¡Así es! ¡Tú lo has dicho! Cinco veces más calurosos y cinco veces más fríos, de la misma manera que yo soy cinco veces más inteligente que tú y cinco veces más tonto. ¡Pero qué modales los míos! (saca un teléfono antiguo) -¿Hola? ¡Tenemos invitados que no invitamos! ¡Preparen la mesa y pongan gatos en el té!

[Alicia] ¿Gatos en el té? ¿Para qué?

[Reloj] -¿Prefieres un café con ratones?

[Alicia] -No, no... Gracias. Prefiero un vaso con agua.

[Reloj] -¡Ah! Eso sí que no tenemos. Es que dejamos el agua afuera toda la noche y se mojó... Pero, si tienes mucha sed, puedo traer un hipopótamo.

[Alicia] -No, no... Está bien, no se preocupe...

[Reloj] -¡Pero si no es ninguna molestia! (sacando nuevamente el teléfono) ¡Hago un par de llamadas y me lo mandan por fax!